Escuela de la delicadeza

Empieza el calor y mi hija me pregunta qué haremos en vacaciones. Todavía faltan unos meses pero creo que intenta asegurarse, con razón, de que este verano será diferente del anterior.

Tengo problemas con el concepto de “vacaciones”. No con los viajes o el ocio, que me resultan fundamentales, sino con la idea del “veraneo” planificado. 

El último enero mi hija y yo pasamos treinta días juntos, solos. Fuimos al Tigre y al campo, a la casa de un amigo. Ninguno de los dos lugares me gustan mucho, pero mi falta de previsión, la incertidumbre económica y la invitación de amigos y amigas con casa en esos lugares nos llevaron hasta ahí.

En el Tigre padecimos los mosquitos, los jejenes y los perros, nos sentimos medio embotados y encerrados a cielo abierto.

El campo nos trató un poco mejor. Había un chiquero, vacas, ovejas, gallinas. Todas las mañanas mi hija iba al gallinero a buscar huevos frescos. También conversaba un rato con los chanchos.

Nuestro último día, el dueño de casa le dijo que, si quería, podía llevarse un huevo. Ella fue hasta el corral y eligió uno grande, marrón. En el tren, con un marcador, le dibujó ojos, boca y orejas y le puso nombre: Jimmy.

De vuelta en la ciudad llevaba el huevo a todas partes, dentro de una carterita azul. Me parecía milagroso que no se le rompiera.

Cada tanto lo sacaba, le hablaba en susurros y se lo ponía al oído para escuchar sus respuestas. Yo le preguntaba sobre qué conversaban.

 —Perdón pero no te puedo contar, papá —me respondía.

A veces estábamos en el tren o en la panadería o en el banco y me decía:

 —Jimmy está cansado, quiere volver a casa.

 También:

—Jimmy está triste. Jimmy está aburrido. Jimmy tiene hambre.

Una tarde estábamos tirados en un sillón. El calor era embrutecedor. Yo pretendía leer frente a un ventilador que pretendía mover el aire. 

Jimmy se siente atribulado —dijo mi hija.

—¿Qué significa eso?  

—Sos escritor, ¿no lo sabés?

—No…

—Qué raro.

—¿Debería conocer todas las palabras del castellano?

—¿Cuántas palabras hay en total?

—No sé, miles.

—¿Podemos preguntarle a Google?

—No, estoy intentando leer.

—Atribulado empieza con A, es de las primeras, deberías conocerla —dijo ella.

—¿Y por qué se siente así, el huevo? -pregunté.

—No lo llames huevo, tiene nombre. Y extraña a su mamá —dijo ella.

—¿Y qué podemos hacer?

—¿Por qué me preguntás todo? El grande sos vos.

—¿Sabés quiénes están atribulados? —dije—. Tus muñecos, porque no les prestás más atención. ¿Por qué no jugás un rato con ellos? 

—No tengo ganas.

—Entonces deberías regalarlos a otras personas que los usen. ¿Viste cuánta gente pasa pidiendo cosas?

Ella arrugó la frente.

—¿Vos hablás todos los días con tus amigos? —preguntó—. No. A Rodolfo no lo ves hace dos años. No se trata de usar o no usar. Tenemos una relación.

—No tengo ningún amigo que se llame Rodolfo —dije yo.

—No importa, me engañaste. Sabías lo que significa atribulado.

—Mirá, un día de estos Jimmy se va pudrir y va a empezar a oler mal —dije—. Es inevitable.

Ella me dio la espalda y se puso a llorar en silencio. Le pedí perdón, la abracé y lloramos juntos.

El resto de esa tarde pensé muchas cosas. Entre otras, decidí planificar con antelación el verano siguiente.

A la noche escuché a mi hija en su habitación. Hablaba con sus muñecos. Después apareció en la cocina con el huevo y dijo:

—Cocinemos a Jimmy.

—¿Estás segura?

—Sí, ya lo hablamos.

Le dio un beso y lo pusimos en un cacharro. Lo miramos bailar en el agua hirviendo, tomados de la mano. Cuando estuvo listo, esperamos que se enfriara y salimos al patio.

Ella peló el huevo con cuidado. Me convidó un pedacito y se comió el resto muy despacio, mirando el cielo.

—Ahora forma parte de nosotros para siempre —dijo.

La luna dorada parecía una yema.

NICOLÁS SCHUFF nació en Buenos Aires en 1973. Entre otros libros, publicó: Las interrupciones, Mis tíos gigantes, Así queda demostrado, Vida de un lápiz, Cómo llegar a la luna, Cosas que decimos a cada rato, Fruta Podrida. Además, preparó versiones de mitos, leyendas y clásicos de la literatura. Fue traducido al inglés, al francés, al italiano, al alemán y al ruso, entre otras lenguas. Coordinó talleres de escritura para niños y adultos en MALBA, MAMBA y Fundación Filba, entre otros espacios. Escribió y condujo los podcast El pájaro fantasma y De los pies a la cabeza (Pakapaka).

Si querés contactar al autor:
nschuff@gmail.com | https://www.instagram.com/pajarofantasma

Ilustraciones: https://www.instagram.com/feli_punch

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